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Las
botellas rojas (Le bottiglie rosse)
La
poesìa di Ettore Bonessio di Terzet entre clasicismo y modernidad.
La
lectura de Las botellas rojas, provoca una grata y a la vez desazonante
sorpresa: en las refinadas y exquisitas redomas de sus poemas se guardan
densas y antitéticas esencias, una poesia al borde siempre de lo
criptico y de delicada catalogaciòn. Ciertamente,
la escolàstica inercia clasificadora nos llevarà a buscar
en la literatura italiana contemporànea una generaciòn o
tendencia en la que poder incluir estos poemas, pero cuando acudimos al
trìptico de grande maestros italianos, Ungaretti, Montale y Quasimodo,
apenas encontramos rasgos de familia, si no es una similar atrcciòn
por el hermetismo, acentuada in Bonessio di Terzet, o el gusto por el perfeccionismo
estilìstico; cuando consultamos, al azar, otras figuras, tan distintas
como Pozzi, pavese o Pasolini, cualquier relaciòn de escuela se
evapora. Tal vez encontremos un halo poético màs fraterno
si acudimos, delicadamente, al Leopardi del Discorso di un italiano
sopra la poesia romantica, pues en Ettore Bonessio di Terzet se pueden
vislumbrar, actualizadas, similares actitudes ante la relaciòn entre
el mundo exterior y el sentimiento, el ser escindido y, siempre, la poesìa
como salvaciòn, en el limite entre clasicismo y modernidad. Y
es que la clara voluntad de personalizar como un afàn de soledad,
su obra se manifiesta desde la misma configuraciòn visual: la primera
impresiòn de estos poemas aparece marcada ya por el efecto de simetria
en la disposiciòn centrada de los versos, que trasciende, obviamente,
el puro recurso tecnològico. Si bien algunos casos puede haber un
acercamiento a lo figurativo ( como el poema Cuando guardamos, que
parece sugerir el pomo abierto de perfumes al que el mismo poema se refiere
), tal recurso adquiere, en mayor medida, valores simbolistas y filològicos.
Por un lado, la estructura visual se materializa como correlato de la voluntad
de equilibrio entre contrarios, entre fuerzas opuestas, contìnuas
enn esta obra, por otro, la ordenaciòn de la materia linguìstica,
al modo de la columna salomònica, establece conexiones no sòlo
horizontales, versales, sino tambièn verticales y sesgadas, con
una composiciòn neomanierista que crea zonas de luz y sombra, encubre
enlaces verbales y temàticos y une componentes diametralmente distanciados,
lo que obliga, come en el caso de Carmen Gonzàlez, a un esforzado
y valeroso ejercicio de interpretaciòn y traducciòn. El lector
encontrarà, sin duda, numerosos ejemplos de este alarde organizativo.
No podemos por menos que esbozar una còmplice sonrisa al distinguir
en la mano que ha mecido estos versos no tanto al crìtico de arte
como al profesor de estética. Por
cierto que se ha de hacer referencia imprescindible al lector pues en esta
obra el grado de intimidad entre el autor y lector llega a ser extremado
y, sin embargo, laborioso. A lo largo de la lectura, no es extrano que
el lector se sienta inquieto, confundido, desazonado, desequilibrado y
hasta volteado por la fuerza de los poemas, por los saltos conceptuales,
por las rupturas de ambientes, por los descoyuntamientos temàticos
o por los cambios de nivel de uso linguìstico. Pero tal zarandeo
impide que el lector sea sujeto pasivo, menos aùn objeto; por el
contrario le invita a aferrarse aùn màs al poema, a afirmar
la mirada penetrnte y la colaboraciòn, a apropiarse cada texto,
cada canto, como el son de la campana. Esa
confusiòn puede llegar tan pronto como el lector descubra al caràcter
crìptico de la obra de Ettore Bonessio di Terzet; el acercamiento
a la poesìa de la experiencia, en este caso profundamente existencial,
le lleva a seleccionar aspectos muy diversos: viajes, paisajes, recuerdos
citas y referencias, conceptos, pbjetos de anàlisis y estudio, todos
en estado puro, sin banales explicaciones, pero al negarnos cualquier aclaraciòn,
la comprensiòn se dificulta y nos obliga a la lectura reposada.
Efecto similar se produce cuando nos encontramos ante un juego contìnuo
de nada, muerte y nacimiento, duda y certeza, frio y calor, sol y luna,
conocido e ignoto…Una fusion de contrarios que nos senala el sentido contradictorio
de la existencia, de nuestras proprias vidas. Pero la relaciòn de
contrarios se da también como un fenòmeno macroestructural,
tal como sucede cuando se funde, en el poema Inseguro el gorriòn
trinhojea, una primera parte que comparte casi el lenguaje periodìstico
de la noticia de pàgina de sucesos: el desgarrador alumbramiento
de una criatura por parte de una parturienta moribunda; la conexiòn
entre las partes conforma la ìmproba tarea del lector, pero no parece
descabellado interpretar éste y algunos otros poemas como la evidencia
de la estremecedora dualidad entre la concienca de la inexorabilidad de
la muerte individual y la esperanza de la pervivencia de la concienca humana.
La misma alternancia entre poemas breves, de elaboraciòn aparentemente
sencilla, y extensos, extremamente complejos, es otra muestra de esa fusiòn
de contrarios. Otros
rasgos de estos poemas, como las citas culturalistas: la inicial e indical
cita de Heaney, Cézanne, Matisse, Ensor, de Stael, las variaciones
Goldberg de Bach, Nietzsche, Celan, el gòtico, Notre-Dame, Chartres,
Amien, el retablo de Colmar, en Alsacia, Normandìa, Estambul, Moscù…
lejos de ser puras estampas esteticistas, se funden en el conjunto de la
obra y nos muestra el àmbito intelectual y de sugestiones artìsticas
del auctor. A tal efecto, podrìa ser significativo que el poeta
haya preferido utilizar para sus botellas, el exceso contenido de
un Nicolas de Stael antes que la contenciòn excesiva de su compatriota
Giorgio Morandi, de coincidente temàtica. Junto a las referencias
culturales, los paisajes, el norte de Italia, la Emilia-Romana, Lugano,
Francia, un àmbito de inquietudines esencialmente europeo aunque,
puntualmente, esos lìmites se desbordan. Tàmbien los paisajes
parecen decir màs del alma que del puro exterior referencial. A
la misma corriente culturalista pertenecen otros recursos como el uso del
punto como ùnico signo de punctuaciòn, el empleo de la letra
cursiva en determinados poemas y pasajes, la formaciòn de neologismos
con palabras compuestas, como el ya citado trinhojea, y de manera
màa contundente, las rupturas gramaticales o las forzadas estructuras
sintàcticas. Tales recursos, de claro origen vanguardista, pueden
recordar a Ezra Pound, y se han respetado en la traducciòn. Recordemos
que esas dislocaciones del linguaje, que puedne asentarse en estructuras
latinas, facilitan, como efecto, las conexiones entre elementos linguìsticos
dispares y distantes. La manifiesta ausencia de signo de puntuaciòn,
que asimila las composiciones a “ silvas “, si bien puede dificultar en
ocasiones de lectura, abre al abanico de relaciones e interpretaciones
de los poemas, ampliando el campo de libertad del lector. Temàticamente,
los poemas destilan un sentimiento de tristeza, de nostalgia, de cierto
pesimismo ante la fugacidad de la vida, ante la fugaz mentira de la vida.
En Momentos, puntuales, esa tristeza se torna en angustia y desesperaciòn;
no extrana, pues, la presencia de la elegìa, impregnada de un palpitar
màs tràgico que dramàtico, rayano en el nihilismo.
En algùn poema, junto a lo esencial, aparecen los valores sociales,
como la protesta ante la injusticia. Pero sobreponiéndose al dolor,
el poeta nos ofrece un bàlsamo: la poesìa, la verdad de la
poesìa, la creaciòn del linguaje que se torna arte y comunicaciòn,
comuniòn con el tù, con el otro. Esa plasticidad se nos muestra
en numerosas ocaciones por medio del color: verde, rojo, gris, azul, amarillo,
blanco, negro… Y esos valores sensoriales junto a los sonoros y olfativos,
se funden con la exaltaciòn de la vida como pasiòn, pasiòn
que se sobrepone a la razòn insuficiente, limitada. Frente a la
conciencia de la muerte, el poeta nos oferce, cual clarividente nàufrago,
en el interior de estas botellas rojas, el gozo de vivir y el delirio
de escribir. Quizà nàafragos seamos todos. 30 novembre 2002 Indice generaleImmagine: Antonio Belém, Phorbéa, Napoli 1997 Per informazioni, si prega contattare la direzione |